Mil libros que leer antes de morir. Capítulo XXIX, "La Fiesta del Chivo".

 Mil libros que leer antes de morir.

Capítulo XXIX, “La fiesta del Chivo”.

“El pueblo celebra

“Con gran entusiasmo

“La Fiesta del Chivo

“El treinta de mayo.”

Mataron al Chivo, Merengue dominicano.

Corría el año 2015, eran inicios de verano.

Su servidor, que recorría a pie durante una cálida tarde las calles de la parte norte de la bella ciudad de Santiago de Querétaro, decidió súbitamente entrar a una librería… A un sótano (sólo los más avezados entenderán la referencia), para ser más precisos, ¡ejem!



Fue así como llamó mi atención la portada del libro en cuestión, del que versa la presente reflexión, “La Fiesta del Chivo”, de mi autor latinoamericano preferido, Mario Vargas Llosa. Varguitas Llosa pa’ los cuates.

El tiempo pasó, varios acontecimientos se sucedieron en mi vida durante estos casi ocho años al tiempo actual en que escribo estas líneas y realmente no me había animado aun a leer esta maravilla. No porque no quisiera, sino porque había pasado tiempo, puse mi nueva adquisición literaria en el estante, pensando “ahí después nos leemos”, y el tiempo y los sucesos corrieron.

Personas de todo tipo, guerras cercanas y a distancia, una pandemia, sucesiones presidenciales, decepciones y triunfos tanto profesionales como sentimentales se fueron dando en mi vida, y mi amiguito seguía ahí, esperándome en el estante…

Realmente no puedo decir que el mismo estuviera juntando polvo, pues me distingo por ser extremadamente sensible con el orden y la limpieza y pues el polvo y yo no nos llevamos precisamente bien. Y hablando del orden, fue al año siguiente de haber adquirido esta joyita que decidí hacer un levantamiento de los libros disponibles en mi biblioteca, la gran mayoría adquiridos por mis padres y algunos más por mí.

Fue entonces que me di cuenta de que, ¡no había leído la “Fiesta del Chivo”! Irónicamente había leído otros títulos de Vargas Llosa, incluyendo “El sueño del celta”, del cual incluso hice una reseña hará poco más de unos seis años, pero de la “Fiesta del Chivo”, nada.

Por fin llegó el momento.

A inicios del 2023 comencé a leer esta obra que tiempo ya tenía que me había echado ojitos, incluso antes de adquirirlo al verlo en exhibición en los estantes de las distintas librerías muchos años atrás. Era el momento de pasar mi mirada, mi pensamiento y concentración por las páginas de este hallazgo.

Para mi sorpresa, se trataba de una obra que no sólo había sido publicada en el año 2000, cerrando así Vargas Llosa el siglo pasado con esta peculiar y alabada novela histórica. Inclusive fue llevada al cine y si bien no he visto la adaptación fílmica aun, a sabiendas de que caeré en el clásico cliché lector, “sin duda la novela es mucho mejor…”

Ya está, he caído en el estereotipo lector por excelencia: ni modo, ¡qué la va uno a hacer!

Lo que definitivamente nunca cae en cliché porque siempre se reinventa a sí misma es la narrativa de Vargas Llosa. Y esta obra como muchas otras de su autoría es prueba fiel de ello, distanciando por mucho de la clásica novela histórica que tantas veces se le ha visto desarrollar a otros autores, Mario incluido.

Pero las similitudes, por cuanto a novela histórica se refieren, acaban ahí. Basta con dar un vistazo al primer capítulo de la obra para darse cuenta de la intensidad que cobrará el desarrollo de la historia que cuenta y si bien se sabe que las novelas históricas no son crónica fiel pues son eso, relatos que se valen en numerosas ocasiones de la licencia literaria del autor en turno, “La Fiesta del Chivo” es harina de otro costal, platillo que se cuece a su propio ritmo y que se antoja hasta más real de lo que uno quisiera creer.

Urania Cabral, eje central, heroína trágica y renuente de la novela, cobra importancia capital en el relato, que poco a poco se va entretejiendo conforme avanza uno en la lectura de esta fabulosa obra. Y si bien es cierto que el peso protagónico de la historia no se centra completamente en ella pues ello demeritaría la trama alternativa de esos héroes y mártires que ejecutan el forzoso magnicidio que es llevado a cabo, la realidad es que como en la mayoría de historias de este calibre, resulta por demás curioso como personas que no se conocieron se ven afectadas directa o indirectamente por las acciones de desconocidos, cual si formaran parte de una trama invisible que confluye en el principal antagónico, el verdadero villano también de la vida real en su momento: el general Trujillo.

No necesito, ni es ni mi objetivo ni mi interés hacer una semblanza de quién fue Rafael Leónidas Trujillo, aun cuando siempre ayuda conocer el contexto histórico en que se desarrollan los eventos que inspiraron la novela, baste decir que se trata de uno de los incontables y “distinguidos” productos de exportación latinoamericanos: los dictadores, esos reyezuelos exaltados que a menudo llegaron a donde están merced a la voluntad popular. Y una vez afianzados en el poder, ya no desean soltarlo, con las ya conocidas consecuencias que ello acarrea a la sociedad ignorante que prevalece a la fecha (lamentablemente) en el común de América Latina.

Para muestra de ello, baste echar un vistazo a la historia de la misma en los últimos doscientos años y así, darse cuenta de que muy poco ha cambiado. Y México corre recientemente el riesgo de volver a los mismos malos hábitos, con esa empecinada y necia manera de endiosar a gente que se aprovecha de la ingenuidad de ese “pueblo bueno y sabio”. Pero, bueno…

Como dije antes, no pretendo hacer semblanzas históricas, pues no soy un académico especializado: simplemente soy un observador venido a curioso amateur. El punto aquí es reflexionar sobre esta creación literaria, cortesía (y homenaje a la República Dominicana, por lo que se ve) del distinguido literato arequipeño a quien tanto admira su servidor.

Salta a la vista como Vargas Llosa ensalza la heroica figura de Urania, y no es para menos. Las vivencias terribles que toleró desde pequeña que rayan en lo atroz, así como el posterior ascenso en su vida profesional aprovechando su posición de privilegio obtenido igualmente por su excepcional desempeño y disciplina no pueden sino despertar la admiración e intriga de quien recorre las páginas de esta historia que se antoja atrapante.

Pero ¿de qué privilegios goza también Urania para sacar adelante su vida para alejarse posteriormente del caos, miedo e incertidumbre disfrazado de orden creado en la nación caribeña gobernada con puño de hierro por Rafael Leónidas Trujillo?

Siendo hija de Agustín “Cerebrito” Cabral, Urania gozó de una posición económica y social relativamente cómoda, pero no sin precio a pagar como muchas otras mujeres en la República Dominicana, como se verá más adelante en la trama. Mujeres que, convertidas en vestales, son entregadas al lecho del general para su machista y misógino deleite, incluyendo a la propia Urania.

Lo anterior explica el resentimiento que esta siente por su padre, quien increíblemente acepta sin chistar semejante situación, so pena de perder sus privilegios gracias al régimen, del cual él mismo es colaborador. Baste dar lectura al pavoroso encuentro entre el general Trujillo y la joven, demasiado joven, Urania, siendo esta todavía una preadolescente; quizás sea este el capítulo más difícil de leer en toda la novela (al menos para su servidor) dado el lujo de detalles en que es relatado ese encuentro que marca para siempre la vida de la valiente Urania.

De no menor envergadura es la empresa que se proponen los otros protagonistas del relato, quienes empecinados en la idea de librar a su país cueste lo que cueste del hombre que verdaderamente gobierna la isla aun cuando existe ya para fines del oscuro régimen un presidente, el doctor Balaguer, quien llevará poco a poco a su nación la paulatina e infinitamente más pacífica transición a la democracia, van encaminando sus esfuerzos hasta llegar a las últimas consecuencias, incluso si ello supone una sentencia segura de muerte para ellos o sus familias. Las historias de cada uno de estos personajes no dejan de ser interesantes, conmovedoras y, sobre todo, inspiradoras, pues se trata de hombres valientes que aun conociendo las consecuencias de sus actos se enfilan hacia un sino pavoroso.

La mayoría de ellos no vive para contarlo, recibiendo póstumo reconocimiento. Quienes sí, tienen la suerte de contarse entre los pocos afortunados que tras largas e intensas vivencias pueden dar testimonio de los claroscuros vividos durante el régimen de Trujillo.

Incluso aspectos que parecerían aburridos a la vista de los más legos en materia política o histórica, desde los “caliés” (equivalentes a nuestros halcones en la época de la Guerra Sucia) hasta el embargo económico impuesto por los Estados Unidos a la República Dominicana pese a en el pasado apoyar sin escrúpulos a la isla para contener la amenaza comunista, así como incidentes que amenazaban las relaciones diplomáticas con el “Mundo Libre”, son manejados de manera fascinante, que mueve a curiosidad al lector. Como dije, siempre ayuda conocer el contexto histórico, el cual es abordado magistralmente sin caer jamás en lo aburrido: muy por el contrario.

No olvidar también al villano del relato, Trujillo, quien, pese a sus repelentes obras a lo largo del desarrollo de esta trama basada en hechos reales, no deja de ser humano. Y no es que se pretenda en el relato empatizar con él; más bien se trata de entender su forma de pensar y sobre todo de actuar con esa constante y obcecada ambición que le lleva a cometer tales actos, pese a su ya avanzada edad y su frágil salud, la cual por más que intente ocultarlo, comienza a dar señas ya de decadencia.

No hace mucho vi un video con una entrevista realizada a Vargas Llosa donde mencionaba que precisamente uno de los mayores peligros en la política era el populismo, no sólo de izquierda sino también de derecha, y como el mismo era más que evidente en Latinoamérica a lo largo de su historia. Y en lo personal, las opiniones al respecto de Vargas Llosa me parecen muy atinadas, pues no se trata de un autor que se decante por una corriente política en particular, sobre todo por la izquierda, sino que se trata de un hombre que ha observado y entendido el daño que causa ese peligroso endiosamiento, ese convertir en figuras mesiánicas a los caudillos populares, quienes se valen de dicha popularidad para hacer y deshacer a su antojo: bástenos con dar un vistazo a nuestro país, México, en años recientes.

Lo más curioso es la desbocada pasión que estos caudillos suscitan en el pueblo, ¡y de manera más asombrosa aun en ciertos académicos que por su formación, cualquiera diría que serían los primeros en darse cuenta! Mario Vargas Llosa ya ha hablado y escrito al respecto en numerosas entrevistas y publicaciones.

Pero como mencioné antes, el objeto aquí de mi reflexión, la cual comparto gustosamente con ustedes mis queridos lectores, es dar una idea general e inspirar a leer esta fabulosa pieza de nuestra literatura latinoamericana, este microcosmos que nos invita a la reflexión y, sobre todo, a la acción. Cierto, los contextos históricos son diferentes y a pesar de ello, hay cosas que siguen igual, cosas que hay que (válgame la expresión) “desigualizar”.

No quiero caer en el encasillamiento cronológico de mencionar la situación actual que vivimos en nuestro país, ignorando cuanto tiempo más estará presente en la mente de quien lea esta humilde aportación, pero yo fui criado como muchos bajo la premisa de que “de política, religión y deportes, ni hablar para no meterse en problemas”, cuestión con la que no estoy de acuerdo, pues ignorar un problema, o no analizar una situación que parece estar fuera de lugar, no ahuyentará a la misma, sólo la acrecentará.

Ya está, con esto pararé de desvirtuar la presente reflexión.

Cierro la misma subrayando el heroico papel que hace que Urania descuelle como heroína en un mundo, como lo es el mundo latino, predominantemente machista, donde la mujer es relegada a segundo término, que pareciera incluso que en la misma novela (al principio) que su historia es intrascendente. Nada más lejos de la realidad pues sus intensas vivencias son en sí mismas, un microcosmos de las penurias vividas por tantísimas mujeres latinoamericanas: prohibido olvidar a las hermanas Mirabal, homenajeadas breve pero respetuosamente también en la novela.



Urania sería la santa y principal protagonista de este relato, transformada en heroína renuente de esta historia en tanto que los ejecutores del plan para librarse del tirano son los mártires voluntarios, pero no menos humanos, que llevan a efecto la titánica empresa, contra viento y marea. La valentía de su proceder trasciende incluso sus nombres, donde incluso si permanecieran en sutil anonimato no podrían dejar de ser considerados como eso: héroes.

Tonatiuh

Santiago de Querétaro, Qro. México. Martes 20 de junio de 2023.

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