Mil libros que leer antes de morir. Capítulo XVII: Demian.

Sin entrar en tonos melosos, cursilerías o una chata y evidentísima moraleja o lección de vida, Hesse resume en la personalidad de Emil Sinclair, eje principal de la historia, y Max Demian el paulatino y en varias ocasiones doloroso proceso del crecimiento del ser humano, con la psique de este como punto de arranque y protagonista. Es en Demian donde Emil Sinclair comienza a separar el mundo de las "luces" como llama a esa zona de comfort que sus padres y familiares han delimitado para su mayor seguridad en la vida, de aquel de las "sombras", donde impera lo oculto, lo prohibido e inexplorado.
La línea divisoria entre esos dos mundos comienza con una némesis a la que Sinclair, muchachito tímido e introvertido, debe enfrentarse: Kromer. La intimidación (el hoy llamado "bullying") y la extorsión psicológica contra este jovencito que en un principio trata de encajar en ese mundo de "sombras" al cual rehuye pero a la vez se siente atraído, dan pie a la entrada de Demian, personaje que habrá de convertirse no sólo en amigo del inseguro Sinclair, sino también en su guía.
La persistencia de imágenes metafísicas es evidente a lo largo de la trama, pero son abordadas de manera bastante heterodoxa, sin caer en lo provocativo. Algo así como leer "La última tentación de Cristo", pero sin caer en la polémica que a más de uno pudiera llegar a incomodar. Si bien el tema de la marca de Caín y la forma en que aborda la historia bíblica Demian comienzan por incomodar a un joven de "buenos hábitos" y estricta formación religiosa como Sinclair, el hecho de tomar dicha marca impuesta a un homicida como un don especial que le separa del resto de la humanidad, hacen que su mundo seguro y conocido comience a sacudirse. ¿Cómo se supone que debe tomar esas enseñanzas, esas raras aproximaciones a temas que, otrora, creía resueltos, vistos en blanco y negro? Los matices de gris comienzan a asomar y empieza a abrirse paso la iniciación a ese mundo de "sombras", que resultan arrojar más luz de la que ese tímido jovencito se hubiera imaginado.
"Mis creencias religiosas habían comenzado entre tanto a flaquear..."
Esa fascinación que siente Sinclair no sólo por los temas y por el nuevo mundo de "sombras" sobre el que Demian arroja luz convirtiéndose en su guía, hacen suponer una fascinación que raya en lo homoerótico, y quizás algo hay de ello, más no en la forma en que se piensa, aún llegando casi al final de la novela, aspecto que no revelaré en la presente reseña; para ello los interesados deberán hojear esta fascinante obra literaria.
No. La madre de Demian, viuda, también juega un papel de suma importancia en la formación y transformación de niño, de joven a hombre, pero hombre en el más profundo de los sentidos, no sólo en el físico o en de los convencionalismos sociales. La fascinación por la madre de su amigo va mucho más allá de la predecible atracción física de un hombre joven hacia una mujer mayor, o de la conocida y actualmente popular fantasía masculina; no, va mucho más allá. Esta mujer se convierte también para Sinclair en una maestra.
El internamiento de Sinclair en el liceo abre al muchacho un mundo más amplio y fascinante del que pudiera haberse imaginado y como es lógico, merced a la influencia de sus jóvenes compañeros, ocurren las primeras borracheras, así como las primeras historias de conquistas en las que los chicos fanfarronean, situación que por su timidez inherente, obviamente incomodaba a Sinclair. Más una tarde de primavera, los más altos anhelos e ideales de belleza femenina se encarnan para Sinclair en una joven que ve en el parque "alta y esbelta, vestía con elegancia y tenía cara de chico, inteligentemente expresiva". A esa fémina angelical, Sinclair pone por nombre Beatrice y poco después, para hacer catarsis de su enamoramiento visual y espiritual, la dibuja, la idealiza, la perfecciona; ha descubierto un nuevo "mundo luminoso" en el que otrora fuese un mundo de "sombras". Todo caballero requiere de su ideal, y este a menudo como el caso de Sinclair, similar al Hombre de la Mancha, es encarnado en su Dulcinea, su dama, su Beatrice.
Pero las alusiones metafísicas no paran ahí, cual huevos de Pascua escondidos para los iniciados, pues en su catarsis y en sus correrías, Sinclair descubre el significado de los símbolos que tiempo atrás Demian le presenta: un pájaro, un huevo.
"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el Mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas."
Para el no iniciado, esto sonaría a una mera palabrería, pero basta con leer más adelante esta fascinante narración para darse cuenta de que se trata también de una predicción de acontecimientos importantes en el porvenir no sólo de la vida de Sinclair, sino del mundo entero, que irán forjando su psique y su persona, cual serpiente que muda de piel, cual parto. Y dar a luz es un proceso doloroso, pero necesario; después de eso, ya nada es igual. El desenlace de la narración es espectacular.
Cierro la presente reseña no sólo con la obvia recomendación de lectura de esta increíble novela con la siguiente frase de uno de los guías de Sinclair (no se trata de Demian, sino de Pistorius):
"No creo que vea usted hombres en todos los bípedos que van por esas calles, simplemente porque andan erectos y llevan en sí nueve meses a sus crías. Sabe usted muy bien que muchos de ellos no son sino peces u ovejas, gusanos o sanguijuelas, hormigas o avispas. Todos ellos entrañan posibilidades de llegar a ser hombres, pero sólo cuando las vislumbran y aprenden a llevarlas en parte a su conciencia es cuando puede decirse que disponen de ellas..."
¡Descomunal verdad es la que encierra éste diálogo, pues muchos deambulan por ahí creyéndose hombres, más sólo pocos (más aún en esta época) logran esa plenitud, que nunca es estática, que implica un crecimiento y una autoconstrucción constantes! Como lo lleva a cabo Sinclair, encontrándolo en los gurúes que aparecen en su camino, que muchas veces pasan a nuestro lado, frente a nosotros y que no vemos; como Demian.
Tonatiuh
Bibliografía:
- Hesse, Herman. Demian. Editores Mexicanos Unidos, S. A. Primera edición, 1976.
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