Mil libros que leer antes de morir. Capítulo XV: Rebelión en la granja, de George Orwell.

Nacido bajo el nombre de Eric Arthur Blair en Montihari, en la India Británica, a principios del siglo XX (1903), le tocó ver y vivir desde temprana edad las "bondades" que uno de los grandes imperios políticos, comerciales y económicos que han existido en la Historia universal le legaron a sus colonias, como fue el caso del Imperio Británico. De hecho, su padre ¡trabajaba, nada más y nada menos que en el Departamento de Opio de la administración pública de la India! Los primeros narcotraficantes a escala global en la Historia, ni más ni menos...
De joven, tras atender al colegio de Eton, se incorporó a la policía de la India, en donde sirvió por espacio de cinco años. En ese breve tiepo, le tocó presenciar algunas de las "bondades" que el Occidente había llevado a esas milenarias tierras, entre ahorcamientos, azotes y otras formas "civilizadas" de poner a esos (en aquel entonces) súbditos de Britannia. Con estos y muchos otros actos pudo presenciar el futuro derrumbamiento de un Imperio que no hallaba ya la forma de justificar su presencia, como no fuera para obtener lo que necesitaba para hacer funcionar su maquinaria política y bélica, a costa de arrancarlo de las tierras que pisaba, eso sí, sin pedir permiso. Tan sólo el título de dos de sus primeros ensayos "Un ahorcamiento" y "Disparándole a un elefante" resumen la actitud no sólo de los ingleses sino de la Europa en general en cuanto al "respeto" por las tierras, gentes y cultura que les ayudaron (a regañadientes, por supuesto) a convertirse en países de "Primer Mundo"... En fin.
Como súbdito de la Corona, era evidente su inclinación (al menos parcialmente) a pasar un tiempo en Londres, donde se decidió a ser escritor. Si bien por sus cualidades narrativas pudo haber sido un escritor snob del establishment inglés, en honor a la verdad, eso no iba con su personalidad inmisericordemente franca, ¡menos tras haber presenciado lo que presenció en la India, por poner un ejemplo! Era el momento de cambiar de trinchera.
Su simpatía por las ideas socialistas lo llevaron desde mudarse a barrios bajos en Londres como Notting Hill, hasta participar en la Guerra Civil española, en 1936; para así, "con los pobres de la Tierra" echar su suerte, como dice la canción (y poema) de Guantanamera.
Todo iba de maravilla en el "paraíso de los obreros" hasta que comienza el pleito entre anarquistas y comunistas, quienes comenzaban a asesinarse mutuamente: guerra civil dentro de la guerra civil. El ascenso al poder de Stalin no hizo sino empeorar la situación y Orwell tuvo con ello un rudo despertar del sueño comunista, siendo no solamente testigo de la forma ruin y áspera en que es tergiversada la Historia, sino también las causas de lucha social, convirtiéndose quienes luchaban contra los opresores ellos mismos en opresores: el mismo cuento, en diferente suelo.
Fue así, con todos estos antecedentes y muchos otros, que a la edad de cuarenta años decide cargar contra las mentiras de quienes en un principio creía en la justicia de una causa que iba por encima de las nacionalidades y regionalismos: era el momento de atacar, y es así como surge "Rebelión en la granja", cuyo título original en inglés era "Animal Farm" (Granja Animal).
Pensada originalmente como una sátira contra la utopía transformada en distopía del régimen soviético, la obra sorprende no sólo por la intensa e intrigante forma en que está escrita, sino por la originalidad (¡a través de animales!) en que narra los paralelismos entre las bestias y los dictadores.
Siendo los puercos los animales más inteligentes de la granja Manor (otrora propiedad del señor Jones), todo comienza merced al sueño idealizador e idealizante de un agonizante porcino, el Viejo Mayor, quien a la avanzada edad de doce años y sintiendo próxima su muerte, decide reunir al resto de los animales para hacerles ver la verdadera naturaleza de su suerte como animales domésticos:
"...nuestras vidas son tristes, fatigosas y cortas. Nacemos, nos suministran la comida necesaria para mantenernos y a aquellos de nosotros capaces de trabajar nos obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya no servimos, nos matan con una crueldad espantosa... El Hombre es el único ser que consume sin producir... es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él".
La variedad de personajes, así como de sus caracteres, es, a cual más, fabulosa: por un lado tenemos al eterno pesimista, que siempre se queja de todo, el burro Bemjamín. Mollie, la bella y tonta yegua vanidosa. Clover, la yegua robusta y trabajadora pero también con criterio peligrosamente propio y su pareja Boxer, el infatigable y esclavizado trabajador, caballo percherón convencido de las buenas intenciones del nuevo régimen que está pronto a tomar posesión de la granja, la oportunista gata que siempre evita de la manera más mustia posible cualquier complicación. Están, desde luego, las serviles ovejas, eternamente convencidas de que todo es para bien, pese a las penurias que el nuevo régimen está a punto de causarles, convencidas también de que "están mejor que antes..."
¿Suena familiar? ¡En nada sorprende que el libro tuviese tan mala recepción cuando Orwell intentó publicarlo por primera vez!
¡Ah, sí! No olvidar a los líderes de esta revolución animal, los inteligentes y maquiavélicos cerdos encabezados por Snowball y, quien se convertiría en el único e intransigente e indiscutible de la rebelión: Napoleón.
Como toda revolución, esta necesitaba urgentemente de un himno, de símbolos que la identificaran como un movimiento que diera identidad a sus correligionarios: surge así "Bestias de Inglaterra" y los "Siete Mandamientos", símbolos de identidad que posteriormente, a su propia conveniencia, Napoleón se encargará de hacer modificar.
¿Y qué pasa con Snowball? Debido a diferencias ideológicas (que giraban en torno al molino que traería la tan ansiada prosperidad a los nuevos dueños de la granja), es convertido en traidor a la causa, en vil manipulador y oportunista. Napoleón es ahora amo y señor absoluto de la otrora Granja Manor, transformada ahora en la Granja Animal, ¡todo será distribuido ahora equitativamente!
Pero... Como los cerdos son quienes saben qué y en qué forma es lo mejor para todos los animales ya que ellos "trabajan con el cerebro", reciben los mayores y mejores privilegios; ya se empiezan a dar cuenta hasta los más torpes de los animales que el asunto no es tan parejo como originalmente se planteó. Siempre que ocurre una desgracia, es culpa de Snowball, a quien Napoleón se ha encargado de expulsar ignominiosamente, tachándolo de traidor, de saboteador y demás.
Entre las inquietudes por las evidentes contradicciones que se dan en el régimen animal, surge la de la discrepancia entre la declaración original de "nunca tener trato alguno con los humanos" y la evidente realidad pues los humanos, en su pragmática y nada discreta actitud, comienzan a pactar negocios con Napoleón y los otros "líderes revolucionarios" en la persona de los cerdos.
El culto a la personalidad, el acaparamiento de los cachorros, ahora convertidos en feroces perros y guardianes de Napoleón, quien ahora desconfía hasta de sus allegados, no hace sino reforzar el cuestionamiento sobre las bondades de los líderes revolucionarios, quienes se han convertido en aquello mismo que pretendían derrocar. Las ovejas, con sus acostumbrados y adaptados balidos reiteran su ciega lealtad hacia los mesiánicos líderes, hacia el movimiento.
Squealer, el fiel lacayo de Napoleón, se encarga continuamente de reiterar al resto de los animales de la granja la importancia de mantenerse firmes en la causa de la Granja Animal, recordándoles el ejemplo viviente que representa Boxer, el noble y trabajador, ingenuo hasta el último respiro que le queda, tontamente convencido de que lo que hacen es para beneficio colectivo. "Trabajaré más duro", era su continua consigna, su mantra. Asimismo, cuando alguien se atreve a cuestionar la justicia de la causa o incluso a decir que los mandamientos han sido manipulados, Squealer les hace ver su error, arguyendo que no son más que mentiras, viles estratagemas en las que en más de una vez, Snowball está inmiscuido y que busca con ello fomentar la separación de la unidad animal.
"Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".
¡Formidable silogismo de manipulación!
No ahondaré en la trama, sólo diré (para no arruinar el apetito lector) que el final, para quien sepa leer entre líneas, está ya descrito en la presente reseña.
Actualmente los gobiernos del mundo, y particularmente dada la situación que vive nuestro país ahora, enfrentan con la ciudadanía una crisis de fe, por así decirlo, pues ya la gente no se traga (a falta de un eufemismo más "apropiado") el cuento de un final feliz y depende de uno mismo, de todos como colectividad, desarrollar no sólo una empatía que se extienda más allá del mero pensamiento idealista, sino que también se vea en nuestro sentir, en nuestro proceder para con nuestro prójimo. Si bien la obra (¡obra maestra, por cierto) de Orwell no pretende ser una lección de moralidad o una mera sátira política ubicada sólo en un punto específico de la Historia, si nos deja preguntándonos, ¿realmente hemos avanzado? Con la apertura de las comunicaciones a nivel mundial, ¿hemos consolidado la unión entre los diferentes seres humanos que conformamos esta gran y diversa familia que somos?
Un libro que, en más de una ocasión, ayudará a reflexionar sobre el proceder de los seres humanos y los sistemas políticos y sociales a través del tiempo; un libro que SE DEBE leer y sobre todo, comprender.
Tonatiuh
Bibliografía:
- Orwell, George. Rebelión en la granja / 1984. Editorial Porrúa. Copyright, 2015.
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