1000 libros que leer antes de morir. Capítulo VI: Así hablaba Zarathustra, de Friedrich Nietzsche.
¡Es hora de ponernos un poco más densos!
Antes de generar una opinión o cualquier punto de vista, es necesario conocer (de primera mano, preferentemente) aquello de lo que va a exponer uno su perspectiva, ora sea buena o mala, por lo menos, respecto al asunto en cuestión. El padre del nihilismo nos ofreció hace más de un siglo esta joya literaria; a título personal, yo consideraba a Nietzsche uno de los poquísimos ateos que me caían relativamente bien. No tanto por lo polémico de su personalidad o de su propuesta filosófica, sino por la manera en que abordó las temáticas éticas, filosóficas y religiosas manejadas hasta entonces por Occidente.
Así hablaba Zarathustra (un libro para todos y para ninguno) es un libro impactante de cuya fuerza, no sólo en las premisas que maneja, sino en su trepidante narrativa, es difícil escapar o hacerse el indiferente. Como parte de la fascinante maraña que es el pensamiento humano, la propuesta del nihilismo no puede menos que ser por lo menos escuchada, cuando más puesta en práctica por algunos personajes de la Historia universal inclusive, detalle que se tratará más adelante en la presente publicación. Personalmente, me gustaría describirlo (sin caer en prejuicios o dogmas de ninguna naturaleza) como la "Biblia del Ateísmo".
Ayudado a menudo por su hermana, único ser humano capaz de soportar (relativamente) los desplantes de locura y genialidad, rasgos que a menudo van de la mano en estas personalidades, de su hermano, Así hablaba Zarathustra, la obra más personal de Friedrich Nietzsche (Federico, para los cuates) constituye el testimonio de las revelaciones que el autor, en sus momentos de reflexión ateista más profunda plasmó en esas líneas, convirtiéndose en el porta voz de una "nueva moralidad". En aquel tiempo, en la década de los setentas del siglo XIX, Nietzsche revela el hecho de haber escogido un nombre persa para su personaje central, su filósofo nómada, vislumbrado en sus períodos de reflexión y arrobamiento; su eterno buscador de la verdad, su Zarathustra:
"Hice a un persa el honor de darle su nombre: los persas han sido los primeros que pensaron en la historia en grandioso conjunto; una sucesión de desenvolvimientos, cada uno presidido por un profeta. Cada profeta tiene su Hazar, su reino milenario."
Aún cuando el libro no es fácil de leer en un principio, dos son las principales premisas que se destacan del mismo: la "muerte" de Dios y el "súperhombre".
"Antes era la blasfemia contra Dios el mayor sacrilegio, pero Dios murió y con él murieron también estos blasfemadores. Lo más terrible es blasfemar de la tierra y estimar más las entrañas de lo inexcrutable que el sentido de la tierra."
Destaca también entre sus tesis aquella referente al súperhombre, el übermensch, del cual Nietzsche dice en Zarathustra:
"...que el hombre es un puente y no un objetivo: considerándose dichoso de su mediodía y de su atardecer como camino que le conduce a nuevas auroras..."
Aspecto que merece mención especial en este libro es el de "romper las tablas de la antigua moral", erigiéndose así Zarathustra en el profeta de la nueva era, doctrina que parece predominar en nuestros días.
"En verdad os digo: un bien y un mal que sean imperecederos, no los hay. Es preciso que el bien y el mal se venzan de nuevo por sí mismos."
Compuesto de cuatro partes, Así hablaba Zarathustra habla por si mismo al seguir a su protagonista en su viaje de auto descubrimiento. Primero huye del pueblo, se va a la montaña, que si al monte de los olivos, que posteriormente regresa al pueblo, luego regresa a la montaña y a su cueva y en su continuo vagar se encuentra con una serie de personajes interesantes a cual más disimiles tanto entre sí, como con respecto a la personalidad del propio Zarathustra. Los Tres Reyes, el Papa sin Dios, el Encantador y el Asno con su eterno "Sí" como única respuesta, parodia monosilábica de las reflexiones de las otras personalidades, entre otros, incluyendo al propio protagonista se reúnen en la caverna para terminar de conjeturar las cavilaciones que se convierten en los pilares de la "nueva moral", convirtiéndose en el pináculo de sus parábolas su así llamada cena.
Siempre se ha manejado el hecho de que, el Partido Nacional Socialista (los nazis, pues) tomó como base de su filosofía las propuestas nihilistas de Nietzsche, mismas que se empeñaron en poner en práctica con espeluznantes y eficientes resultados, como se detalla a continuación:
"Donde encontré algo que vivía encontré también la voluntad de poder, y hasta en la voluntad del que obedece encontré la voluntad de ser el que manda.
"Su voluntad convence al más débil de que tiene que servir al más fuerte, y su voluntad también quiere mandar al que todavía es aún más débil. Es el único goce del que no quiere verse privado."
Lo que sigue, las consideraciones finales en un esfuerzo del autor por explicar a Zarathustra, Don Fofis (¡Adolf Hitler, pues!) y sus secuaces se lo aprendieron de memoria:
"...Utilizar a los degenerados. El derecho al castigo debe consistir en que pueda utilizarse al delincuente como objeto de experimentación (para un nuevo modo de nutrición); este santifica al castigo que es usar de uno para el mayor bien de los que tienen que venir."
Así hablaba Zarathustra.
Tonatiuh
He de confesar que no pude con este libro =( me causó diarreas mentales, único libro que he prestado a sabiendas que no me lo regresarían
ResponderBorrarSuele pasar, mi estimado colega bibliófilo. Personalmente, no comulgo con toda la filosofía Nietzscheana, pues su concepto de la existencia es harto fatalista; no es de extrañar el fin que tuvo su autor. Y en efecto, no es un libro de fácil lectura; se debe releer una y otra vez, saborearlo y sacarle lo bueno. ¡Gracias por tu comentario! Siempre en espera de más comentarios, sugerencias, ¡que se yo! ¡Saludos!
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