1,000 libros que leer antes de morir. Capítulo X: El amor, las mujeres y la muerte, de Arthur Schopenhauer.
¡Y arranca el 2016, señoras y señores!
¿Y qué mejor manera de comenzar con el pie derecho un año nuevo que con una buena recomendación literaria, como la que estoy virtiendo para todas y todos ustedes, camaradas bibliófilos? Me refiero nada más y nada menos que al maestrazo Arthur Schopenhauer y específicamente a su libro "El amor, las mujeres y la muerte".
Nacido a finales del siglo XVIII, este increíble filósofo venido al mundo cortesía (nuevamente) de tierras germánicas. influyó con su pensamiento a personalidades tan variadas como fascinantes, tal como hizo con su paisano Nietzsche o incluso Sigmund Freud. Así, el fascinante libro cuyo análisis desgloso en la presente publicación constituye en sí mismo una verdadera cascada de reflexiones sobre amplios aspectos a considerar en la vida misma, tal como lo sugiere el título del mismo.
Empero, las reflexiones "schopenhauerianas" (válgame la expresión) en torno al amor, distan de ser melosas, por así decirlo al leer las comparaciones al respecto que hace en sus análisis en torno a autores y filósofos tan dispares tanto en cultura como en tiempo, tales como Platón o Shakespeare. Por cierto que del primero, a mí me consta (gracias a mi reciente lectura de este mismo autor) la veracidad del simplísimo análisis que Schopenhauer hace en torno al amor al decir que:
"De todos los filósofos, es Platón quien se ocupó más del amor, sobre todo en El Banquete y Fedro".
Más de Platón ya se ocupará su servidor en un análisis posterior, pues él es como dicen los chavos, ¡otro rollo!
Ciertamente que en torno al amor, Schopenhauer no oculta su frialdad germana al expresar que:
"No espero aprobación ni elogio por parte de los enamorados que, naturalmente, propenden a expresar con las imágenes más sublimes y más etéreas la intensidad de sus sentimientos. A los tales mi punto de vista les parecerá demasiado físico, harto material por metafísico y trascendente que sea en el fondo".
La perspectiva de Schopenhauer en torno al amor está perfectamente resumida en estas líneas, pues lo reduce a una mera búsqueda (no en todos los casos, pero sí en la mayoría) de la perpetuación de la especie, merced al encuentro del candidato idóneo o idónea para satisfacer ese impulso natural, pues "es la voluntad de vivir del nuevo individuo que los amantes pueden y desean engendrar... "Aspiran [los amantes] a una unión verdadera, a la fusión de un solo ser." ..."en él continúan viviendo reunidas y fusionadas las cualidades hereditarias de los padres".
En este apartado sobre el amor, Schopenhauer desglosa la perspectiva tanto del hombre como de la mujer sobre lo que cada quien espera del otro. ¡Y no cabe duda que la opinión que Schopenhauer tiene en torno a la mujer y su rol no escaparía a los más duros juicios y censuras de las feministas (¿o feminazis?) de hoy en día, pues dice (y cito textualmente) de la mujer que "sólo su aspecto revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia ni a los grandes trabajos materiales. Paga su deuda a la vida, no con la acción, sino con el sufrimiento, los dolores del parto, los inquietos cuidados de la infancia; tiene que obedecer al hombre, ser una compañera pacienzuda que le serene... Su vida puede transcurrir más silenciosa, más insignificante y más dulce que la del hombre, sin ser por naturaleza mejor ni peor que éste".
De vivir, personalmente le preguntaría, ¿tienes problemas con las damas, verdad amigo?
No escapa a ojos de quien le ha leído la perspectiva pesimista, quizás hasta fatalista, que a menudo Schopenhauer exhibe en esta publicación.
"El infierno del mundo supera al infierno de Dante en que cada cual es diablo para su prójimo.
"Este mundo es campo de matanza, donde seres ansiosos y atormentados no pueden subsistir más que devorándose los unos a los otros."
¡Espeluznante (y a menudo veraz y mordaz) visión de las pasiones humanas! El ateísmo schopenhaueriano se deja ver sin tapujos en su frase: "Si Dios ha hecho este mundo, yo no quisiera ser Dios. La miseria del mundo me desgarraría el corazón."
El fatalismo de su filosofía se entiende al comprender a través de sus ojos que "querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de ser vencido... La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa... querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo y después morir... Y así sucesivamente por los siglos de los siglos, hasta que nuestro planeta se haga trizas."
¡No es de extrañar que, según se dice, varios de los sofismas y análisis schopenhauerianos hayan sido responsables de tantos suicidios en el pasado! Y sin embargo, tiene también cosas harto rescatables, harto interesantes de aplicación en la vida cotidiana y harto reflexivas en torno a numerosos temas.
Incluso su opinión con respecto al arte en sus diversas manifestaciones es bastante dispar, pues Schopenhauer, hablando de este tema, es algo así como una montaña rusa de perspectivas y puntos de vista a cual más variados:
"Las cosas no tienen atractivo sino en tanto que no nos atañen. La vida nunca es bella, Sólo son bellos los cuadros de la vida cuando los alumbra y refleja el espejo de la poesía, sobre todo en la juventud, cuando no sabemos aún qué es vivir."
¡Vaya con este hombre y su disertación sobre el arte plástico!
En cuanto a los literatos, Schopenhauer dice "el poeta es el hombre universal. Todo lo que ha agitado el corazón de un hombre, todo lo que la naturaleza humana ha podido experimentar y producir en todas circunstancias, todo lo que habita y fermenta en un ser moral, ése es su dominio, que se extiende a toda la naturaleza. Por eso el poeta lo mismo puede cantar la voluptuosidad que el misticismo..."
Por cuanto a la moral se refiere, Schopenhauer reduce las acciones humanas a tres "resortes" fundamentales: el egoísmo, la perversidad y la conmiseración.
"Por naturaleza, el egoísmo carece de límites. El hombre no tiene más que un deseo absoluto: conservar su existencia, librarse de todo dolor y hasta de toda privación".
Otro aspecto que llama la atención de su filosofía, es el concepto de voluntad.
"Podrían ser correctas las acciones; la voluntad continuaría siendo perversa".
Con todo lo anterior, Schopenhauer reconoce que "sólo la conmiseración es el principio real de toda justicia libre y de toda caridad verdadera".
Ateo declarado, Schopenhauer sorprende sin embargo, por su minucioso análisis filosófico sobre las grandes religiones, así como los diversos pensamientos místicos y metafísicos, pues tal como él lo establece "el conocimiento de la muerte, la consideración del sufrimiento y de la miseria de la vida, son los que dan el impulso más fuerte al pensamiento filosófico y a las interpretaciones metafísicas del mundo".
No escapa tampoco a ojos de quienes conocen la filosofía oriental, particularmente la relativa al budismo o al hinduismo, la influencia que tan fascinantes como sublimes pensamientos han ejercido en Schopenhauer, pues "una compasión sin límites hacia todos los seres vivientes es la prenda más firme y segura de la conducta moral".
"La moral de los indostánicos... en los Vedas y Puranas... prescribe expresamente el amor al prójimo, con absoluto desasimiento de sí mismo; el amor, no limitado sólo a los hombres, sino extendido a todos los seres vivientes".
Schopenhauer declara una relación entre estas antiquísimas filosofías y el cristianismo, más representativo (que no es así) de occidente; si bien es cierto que TODAS estas grandes religiones proceden del oriente asiático, pues que yo sepa el cristianismo mismo tuvo su origen en Oriente Medio. Establece asimismo, un puente entre las religiones indostánicas y el cristianismo, al asegurar que "no es el judaísmo, sino el brahmanismo y el budismo quienes, por espíritu y moralidad se aproximan al cristianismo".
¡Menudas reflexiones místicas en un auto-declarado ateo! Dejan entrever una gran necesidad de espiritualidad, al tiempo que un profundo conocimiento de dichas doctrinas y de la forma en que las mismas se viven o deberían vivirse.
Sin dejar de lado la política, aspecto harto importante del vivir humano, Schopenhauer concuerda con Platón en que lo más adecuado para el bien vivir en sociedad sea la aplicación de un "despotismo ilustrado", reconociendo dos males principales: el despotismo y la anarquía, siendo este último el peor de todos, pues a todos alcanza.
Por cuanto al carácter de los pueblos se refiere, Schopenhauer deja muy en clara (por poner un ejemplo) su opinión de los estadounidenses al referirse a ellos ni más ni menos que como los "plebeyos del mundo"; a qué es más que la pura verdad, ¡bien lo sabemos nosotros como (no por nuestro gusto, claro está) sus vecinos! ¡Si ni siquiera su propio pueblo, el alemán, escapa a sus mordaces y desgarradoras disecciones psicológicas, al declarar que "el verdadero carácter nacional de los alemanes es la pesadez"! Ni siquiera ellos (los alemanes) escapan a su voraz mordacidad, etiquetándolos como pueblo "estúpidos y aburridos como gorros de dormir", cerrando su análisis diciendo "desprecio a la nación alemana a causa de su necedad infinita, y me avergüenzo de pertenecer a ella". Y mejor no les cuento que cosas dice de los italianos y franceses... A veces bien, ¡a veces mal! ¡A Dios gracias que no analizó a los mexicanos (que yo sepa) en su carácter como pueblo!
Puedo decir sin lugar a dudas, que (al menos por lo que se refiere al año 2015) es uno de los libros que más me han impactado por su filosofía, su perspectiva de la vida, no siempre "grata" a oídos del hombre común, pues ciertamente que Schopenhauer no gustaba de, como se dice comúnmente, dorarle a nadie la píldora, pues no tenía pelos en la lengua, ni empacho en decir las cosas como son. Ciertamente, se ha convertido éste en uno de mis libros favoritos; prueba de ello es, además, la abrumadora cantidad de tweets que he publicado citando pasajes de éste increíble libro... ¡Ya nos tiene hartos este Tonatiuh con su Schopenhauer, estarán pensando algunos!
Cierro el presente análisis con una de sus frases, que considero muy inspiradora, a la vez que reflexiva:
"La vida es una guerra sin tregua y se muere con las armas en la mano".
Tonatiuh
Bibliografía:
- Schopenhauer, Arthur. "El amor, las mujeres y la muerte". (c) E.D.A.F., Madrid, 1966
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